viernes, 23 de septiembre de 2016

LOS NUEVOS " 007 "

La utilización de la corrupción, para desacreditar y zaherir al adversario político, hastía y aburre al común; pero tenemos al socialismo de Pedro Sánchez y a su círculo de aduladores agradecidos, así como a los regeneracionistas emergentes de la izquierda más montaraz, empecinados en darnos la lata con ese tema sobradamente sobado.

Ningún partido que haya ostentado el poder se ha librado de ella; por eso es cinismo y desvergüenza el seguir utilizándola como arma de desgaste político, cebándose exclusivamente en la que ha afectado al PP. Los casos de cualquier signo habidos están judicializados o en vías de investigación, sin injerencias gubernamentales, pero esa realidad no vale a los nuevos inquisidores, que con el pretexto de las responsabilidades políticas que exigen, y utilizando impúdicamente diversas varas de medir, se empeñan con sádico regodeo en eliminar la presunción de inocencia en la derecha o centro-derecha. Se creen unos “ 007 “ con licencia para matar, en este caso política y socialmente. En fin, sectarismo y odio a machamartillo.


Mientras ocurre esto, las ciudades gobernadas por la nueva casta política, en ocasiones con el apoyo de los socialistas, van en caída libre. Muchas soflamas, ocurrencias y despropósitos, pero brillan por la ausencia las gestiones en orden al bien común y la mejora de los servicios públicos. Su concepción particular de la libertad y de los derechos se reduce a imponer su ideología destructora y extrema. Ante las protestas y muestras de descontento, aprietan más la tuerca y sirven otra taza de caldo amargo. Venden como regeneración lo que, en tantas ocasiones, se visualiza y sufre como degeneración.

domingo, 11 de septiembre de 2016

FRENTISMO ANTIESPAÑOL EN LA " DIADA "

La persistencia de los secesionistas en declarar la República Independiente de Cataluña, debería de ser motivo más que suficiente para que los llamados partidos constitucionalistas (esencialmente PP, PSOE y Ciudadanos) aparcaran desavenencias políticas y personales, y se conjuraran con palabras y hechos en la defensa de la unidad de España.

El bloque separatista catalán, apoyado por los populistas y la extrema izquierda, ha protagonizado hoy, una vez más, en la celebración de “ La Diada”, el frentismo antiespañol. Como no cabe ningún razonamiento histórico y de sentido común con los obtusos y delirantes, no queda más remedio que, por patriotismo y la convivencia pacífica, hacer una demostración de fuerza política y legal que les haga ver la inutilidad de sus pretensiones y que apechuguen con las consecuencias.

Los sentimientos son libres, pero cuando proyectan un peligro hay que evitar que éste se materialice. Se ha dejado ir demasiado lejos la actividad proselitista secesionista, y se ha convertido en una secta destructiva. Sólo un Gobierno de unidad nacional puede conseguir frenar y vencer el desatino traidor, chulesco y chantajista.


Está en juego la razón y el ser de España, el problema más grave que nos acucia. Si los gobernantes y políticos que pueden remediarlo no lo hacen, y siguen con sus cuitas estériles, que producen hartazgo en el común, ¿ para qué los queremos? La apelación al juicio que de ellos haga la historia se puede responder con el “ cuán largo me lo fiais “. Pasa que demasiados van a lo “ suyo “ y no hacen ascos a lo “ después de mí, el diluvio.” Pero, mira por dónde, suelen librarse del chaparrón.  

miércoles, 7 de septiembre de 2016

TERESA DE CALCUTA

 

La entrega de la Madre Teresa de Calcuta, canonizada como santa el domingo pasado, a favor de los más pobres de entre los pobres y de aquellos cuyo hábitat natural era/es la miseria y la soledad más extremas, condenados a ser apestados sociales y muertos vivientes, despierta, aparte de los merecidos elogios y reconocimientos, la pregunta sobre el porqué de su amor sin límites hacia los parias de la tierra y cuán difícil debe ser intentar imitarla con perseverancia.

Las razones humanitarias y las creencias religiosas pueden proporcionar una respuesta aproximada; pero no satisfacen plenamente a la cuestión planteada, sea desde la simple motivación solidaria-altruista o desde un cristianismo superficial o vivido y practicado convencionalmente.

Por ello, al compararnos en nuestra mediocridad con los que conviven en medio de los más abandonados, de los que son el único soporte de ayuda y cariño, hay que aceptar que no actúan por impulsos repentinos ni sentimentalismos pasajeros, sino que una fuerza misteriosa y atrayente les llamó y transformó en esos seres excepcionales a los ojos del mundo.

Esa fuerza debe ser el Dios de los prolongados silencios, cuya ausencia aparente sintió en ocasiones Madre Teresa.