LA CORRUPCIÓN NO DEBE SALIR GRATIS.

 

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La corrupción, institucionaliza a distintos niveles y en formas diferentes, ha sido y es tan común, que por sus múltiples ramificaciones- cada día surgen nuevos casos de sospechosos implicados en la misma- parece un imposible que las investigaciones y posteriores juicios se desarrollen con la debida celeridad. A la complejidad para su descubrimiento y sanción, hay que añadir las triquiñuelas legales ejercidas por las defensas y las interesadas y sibilinas recomendaciones de todo tipo, pues no hay estamento político y social, por lo que viene trascendiendo, que no tenga elementos corruptos. Está extendida la sensación de que habrá un "control" a diversas bandas, para que algunos paguen sus culpas por eso de guardar las apariencias, y la mayoría se salgan de rositas.

Lo justo es que se informe al pueblo de los casos de corrupción y actúen con rapidez los jueces, para que se entienda que la democracia no permite tales tropelías.

La fórmula más efectiva para las arcas públicas y los particulares perjudicados, y tal vez la compartida mayoritariamente, sería hacer una especie de ley de punto final a cambio de que lo corruptos devuelvan las cantidades apropiadas y defraudadas, y quienes no lo hicieran que apechugaran con las consecuencias penales. Y, por supuesto, apartar a unos y otros de aquellos puestos políticos, públicos, de gestión o representación, que utilizaron para enriquecerse ilícitamente.

Lógicamente, lo primero- el punto final condicionado- no es viable en un Estado de Derecho supergarantista y sujeto a la legalidad como el nuestro; pero así se expresa gran parte del común. Y si fuera posible, ¿ quién sería, fuera de toda sospecha, el encargado de ponerle el cascabel al gato ? Volviendo a la realidad, es preferible pensar que los casos que se han destapado sirvan de aviso a navegantes. El robar, defraudar y el despilfarro a costa de otros no debe salir gratis, y para ello hay que empezar por devolver el dinero. Que sepan que tanta mangancia no les valió para nada, tenga reproche penal o simplemente ético.