jueves, 30 de octubre de 2014

NO TODO ESTÁ PERDIDO.

 

Comentaba hoy un amigo lo incomprensible, para la mayor parte de las jóvenes generaciones actuales, de las grandes dificultades que tuvieron que afrontar y superar los padres y abuelos en las décadas cuarenta y cincuenta del siglo pasado, a base de trabajo, sacrificio y la esperanzadora ilusión de legar un futuro mejor para sus retoños y descendientes. Éstos, crecidos en la sociedad del bienestar, en la que mayoritariamente encontraron todo tipo de facilidades en base al apoyo familiar y a los avances sociales, no pueden, por lo general, concebir las penurias de antaño y los esfuerzos realizados para salir de ellas.

Y es que las difíciles situaciones hay que vivirlas para creerlas y aceptarlas en su cruda realidad. Lo no experimentado personalmente cuesta mucho imaginarlo por muchos relatos que se hagan; suelen sonar a episodios increíbles desde la perspectiva del desarrollo y los logros tecnológicos. Hasta puede parecer exagerada ficción cuando se habla de lo que era difícil conseguir, y hoy, con frecuencia, se despilfarra o malgasta: agua corriente, alimentación, artículos de primera necesidad,...¿ y qué decir, por ejemplo, de la exigente instrucción educativa y cívica que se impartía?

Actualmente, pese a la crisis económica y el grave problema del desempleo, tenemos una gran parte de la juventud con buena preparación en las diversas ramas tecnológicas, pero con un déficit de conocimientos humanísticos y de la cultura de la responsabilidad y el esfuerzo. No es ella la culpable, sino el ambiente social- de diversos órdenes- circundante, en el que ha quedado atrapada.

Aunque es improbable el retorno a las épocas de generalizada bonanza, es la juventud valiosa no contaminada, que la hay, la esperanza del futuro si se dedica a ello esforzadamente, recuperando los antiguos valores desperdiciados y siendo un encomiable ejemplo a imitar. Démosle la oportunidad de hacerlo, confiemos en ella y no creamos que todo está perdido. La semilla que sembraron sus predecesores no fue toda aniquilada por los embates adversos; esparcida por distintos campos, bastante germinó en tierras fértiles.

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