lunes, 30 de enero de 2017

LA SEMILLA DEL AMOR

 

La llamada sociedad del bienestar va en declive, con especial incidencia en las clases medias y en los más necesitados. Con el progreso económico, que a través de los años la hizo posible, se han ido debilitando los resortes morales. Ha prevalecido lo material sobre el espíritu, buscándose lo inmediato, placentero y útil, y sin reparar en la brevedad y efímero de los asuntos terrenales.  

Tal degradación afecta a diversos ámbitos, originando crispación, egoísmo, insolidaridad, descontento en unos e indiferencia en otros.

Los nuevos “ redentores”- por ejemplo, los populistas de cualquier signo- ofrecen humo, predican la demagogia y, para encubrir sus deficiencias y satisfacer sus filias y fobias, practican lo fácil e indeseable. Aquí, “ verbi gratia”, raro es el día que no salten casos de acoso a lo católico.

Las personas buenas y sus acciones, que se dan en todas partes, no suelen ser noticia; pero siguen sembrando la semilla por un mundo más justo y humano. Son el testimonio que, pese a las múltiples dificultades, siempre hay campos en los que del grano esparcido pueden salir los frutos deleitantes y amorosos. Su ejemplo es un acicate para el compromiso, un signo de esperanza y un estímulo para el verdadero AMAR. 

jueves, 26 de enero de 2017

AVATARES DE LA VIDA

 
 
En un mundo globalizado e interdependiente, de futuro incierto, el porvenir está en el aire; las raíces que conforman la cultura occidental vienen arrastrando un declive acelerado, fomentado- activa o pasivamente- por los encargados de proteger e impartir el conocimiento y la educación. Mientras tanto, y en medio de tanta confusión, nos peleamos entre nosotros, abandonamos el espacio socio-cultural que nos era propio, se va imponiendo el nihilismo, y el hueco producido por la descreencia y el relativismo va camino de ser ocupado por el fanatismo del Islam radical, cuyas acciones y amenazas terroristas no cesan.
 
El resultado es una simbiosis de escepticismo y de resignación, mal llevada, en la mayoría de la ciudadanía- ahora convertida en “gente”-. Unos cierran los ojos a la realidad y otros tratan de superarla a mejor. Al final cabe concluir que sólo desde la unidad, respetando la diversidad, hay que aunar los esfuerzos- incluido el perfeccionamiento personal-, para afrontar y superar los peligros y entuertos que nos acechan.
 

Los avatares de la vida son cambiantes. Sólo las personas, desde su trascendencia y potencial humano para el bien, pueden promover un mundo más justo, solidario y pacífico. No proceden las inhibiciones bajo el pretexto que “ no depende de mí “. Toda piedra hace pared. Vale la pena levantarla.  Si un vendaval la derrumba, vuelta a empezar... Así ha transcurrido la historia y seguirá hasta el fin de  los tiempos. En mayor o menor grado todos contribuimos a la misma. Que nadie se crea o sea considerado insignificante.