La Justicia determinará las responsabilidades penales y civiles que, en su caso, correspondan respecto al desafío secesionista catalán. Pero como la Justicia no puede ir más allá de lo que le compete jurisdiccionalmente, muchos de los efectos colaterales perjudiciales que ha causado el separatismo, excluyente y opresor, resultarán inmunes e irreparables. Años tendrán que pasar, caso de que el secesionismo entre en razón y cumpla la legalidad, para que en Cataluña se pueda convivir en concordia, y los victimistas irredentos abandonen las mentiras y reconozcan que España no es un Estado opresor.
Los resultados de las elecciones catalanas del 21-D, el Gobierno autonómico que resulte de las mismas y la política que aplique son una incógnita. Se impondrán pactos. ¿ Serán para mejor, peor o para que todo siga igual ? Pronto se verá si ha prevalecido el “ seny “ o la “ rauxa “. La obsesión de los secesionistas por la República de Cataluña, además de los visos de continuar en la ilegalidad, no ayudan a acercar posturas políticas, ni a conseguir la normalidad y la estabilidad democráticas en esa región española. El error es malo, pero peor e imperdonable es persistir en él.
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