Según informan algunos medios, el ex-presidente del Gobierno español Felipe González dijo ayer en el curso de una entrevista que concedió en Argentina, aludiendo al líder de Podemos Pablo Iglesias, que “ cambiar la monarquía actual por una república plurinacional con derecho a la autodeterminación, sería la semilla de la autodestrucción del país como Estado-Nación “. La opinión del que fue también Secretario General del socialismo español, adquiere gran relevancia cuando el actual presidente de la Nación es el socialista Pedro Sánchez, quien nombró vicepresidente segundo al neocomunista y populista bolivariano Iglesias, enemigo acérrimo de la Monarquía y adalid de su abolición y sustitución, junto a los secesionistas, por la República.
Punto de encuentro en el que confluyen opiniones y reflexiones con el afán de aportar un granito de arena al bien de España, de su unidad y lengua universal, la fraternal concordia, recuperar valores ya en el olvido y reivindicar las raíces cristianas de Occidente. Para ello es preciso tomar postura, aspirar a ser un actualizado CRUZADO cuyas armas sean la palabra, la pluma y ejemplar ciudadanía.
jueves, 24 de septiembre de 2020
EL AVISO DE FELIPE GONZÁLEZ
La 
deriva de Pedro Sánchez parece ir por ese camino. De lo contrario desmentiría y 
cesaría a Iglesias. No porque éste no pueda expresar libre y legítimamente sus 
opiniones y deseos, sino porque están en las antípodas de nuestro régimen 
constitucional, ya que la Carta Magna establece que “ La forma política del 
Estado Estado español es la monarquía parlamentaria” y que “ El Rey es el Jefe 
del Estado, símbolo de su unidad y permanencia “. La identificación de Iglesias 
con, por ejemplo, el régimen totalitario de Venezuela y sus prácticas 
represivas, además del talante revolucionario de aquél, induce fundadamente a 
sospechar que, si de él dependiera, no utilizaría los cauces previstos 
legalmente para cambiar la forma política del Estado. Pero Sánchez optó por 
cogobernar con Iglesias, y ambos se necesitan. El primero para mantenerse en la 
presidencia del Gobierno, y el segundo para disfrutar con las mieles del poder e 
influir con sus extremistas planteamientos político-ideológicos. 
El 
caso es que la forma del Estado y la unidad de la Nación están siendo 
cuestionadas por algunas mentes calenturientas y muy peligrosas. Sorprende que 
muchos socialistas influyentes y de base, que comparten las reflexiones de 
Felipe González, no las exterioricen, cuando es patente el plan diseñado para 
hacer añicos aquéllas.
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