El silencio de los monasterios,
alejado del mundanal ruido,
propicia la escucha de Dios.
Enclaustramiento voluntario,
“ ora et labora “, al encuentro
del Amado, espiritual solaz
por el Divino regalado.
Anímico deleite, sorbos celestes,
corazones enardecidos,
ambrosía arrebatadora,
místicas vivencias, locura de
Amor entre muros.
¿ Quién pudiera sentir lo que
sientes y compartir tu frenesí
amoroso ?
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