No tenía ni tiene rubor alguno al reconocerse un analfabeto futbolístico. Al hombre le traen al pairo los partidos, los resultados, los jugadores y lo que se relaciona o mueve en ese mundillo. Por comentarios captados al azar y lecturas desinteresadas, sospecha que el mentado deporte profesional es un negocio- más o menos sucio - dependiendo de los diversos intereses en juego. Lo que sí le consta es que en torno a él se desatan pasiones exageradas y, en ocasiones, actos de violencia verbal o física, dentro y fuera del campo.Estos días ha oído a gente de toda condición referirse a un acto de xenofobia contra un tal Vinicius, cuyo nombre no había escuchado antes, salvo en alguna antigua película sobre el imperio romano y para referirse a algún personaje destacado.Dado el interés suscitado y el reproche generalizado, ha procurado el referido ignaro futbolístico informarse un poco más, enterándose de que Vinicius es un joven futbolista brasileño, que juega en el Real Madrid, y que en el encuentro reciente con el Valencia fue abucheado y tildado de “ mono “. Voces reprobables, que hay que rechazar, castigar a quienes las profirieron y procurar que éstas u otras similares no vuelvan a darse en ningún campo de fútbol, con independencia de a quién van dirigidas.Pero aprovechar el incivismo de unos para calificar a España de racista, como han hecho, por ejemplo, el presidente de Brasil y Vinicius, es sencillamente una mentira y ofensa a la inmensa mayoría de los españoles. Que los entendidos y aficionados al futbol enumeren los futbolistas extranjeros- blancos, negros, mulatos o de cualquier otra pigmentación cutánea-, que juegan en España, lo que cobran y la admiración que causan en sus apasionados seguidores.Es lo que nos faltaba: meter también la “ Leyenda negra “ en el fútbol español.
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