Le llueven 
críticas por todas partes, hasta del mismo diario pro socialista “ El País “, en 
el editorial de hoy, por su reiterado “ NO “ a facilitar la investidura de Rajoy 
con la abstención; no obstante, Pedro Sánchez, Secretario General del PSOE, 
sigue en sus trece. Ni siquiera el panorama de unas indeseables terceras 
elecciones, ni el consejo de respetadas figuras socialistas- en activo y 
retiradas- y el parecer de gran parte de la militancia del propio partido,  hacen que “ se apee del burro “.
Sánchez, la 
esperanza moderna y sensata, de los socialistas resultó ser un bluf. Poco 
después de su elección empezó a mostrar su endiosamiento, sectarismo y verbo 
vacuo, confiando en su “ sexappeal ” para captar adhesiones y colmar sus 
ambiciones personales. El caso es que llevó al PSOE de mal a peor, en votos y 
escaños. Por los pelos no sufrió el “sorpasso “ por parte de PODEMOS, que 
auguraban las encuestas de las últimas elecciones generales.
A un político 
que aspira a ser un día Presidente del Gobierno- sobre todo si pertenece al PSOE 
que tanta experiencia tiene acumulada por los años que ha gobernado en España 
tras la transición democrática- le es exigible responsabilidad, alturas de miras 
y sentido del Estado. En la difícil coyuntura que atraviesa el país y ante los 
retos de diversa índole que hay que afrontar, haría falta un líder de la 
oposición que diera la talla. Sánchez sólo tiene la física.
Aunque 
persista el “ NO” cantado de este personaje, Rajoy debe someterse a la 
investidura. Aún no obteniendo la confianza del Congreso, y si hubiera que 
acudir a votar en terceras elecciones, saldría del hemiciclo con el 
reconocimiento que intentó evitarlas hasta el final. Para Sánchez, muy 
posiblemente sería el punto de partida a ninguna parte, al ostracismo 
político.
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