Pedro Sánchez tiene las tragaderas muy anchas. Con tal de aprobar los presupuestos y seguir presidiendo el Gobierno de la Nación se aviene a lo que no aceptaría ningún hombre de Estado. La última prueba de ello es haberse plegado a las exigencias del separatismo catalán, para que en la comisión bilateral entre su Ejecutivo y el secesionista comandado por Torra, para abordar una posible solución del llamado “ problema catalán “, haya un relator, mediador u observador- la denominación no importa, pues “ aunque la mona se vista de seda, mona se queda “-, que a juicio de la vicepresidenta Carmen Calvo tendría que ser “ un hombre o mujer de Cataluña, que entienda el pasado y ayude a que los partidos se puedan sentar a hablar “. ¡ Qué dislate ! Buscar un entendido cuando la inmensa mayoría de los españoles conocen las tropelías que se vienen consumando en Cataluña. Y por supuesto, el Gobierno también.
Este tipo de intermediarios está previsto para conflictos entre Estados. Solucionar las desavenencias internas en cualquier país democrático-en este caso y referido a España las pretensiones independentistas con medios contrarios a la Constitución- compete al respectivo Gobierno, bajo el prisma irrenunciable del imperio de la Ley y el sometimiento a la Justicia. Si no se dan estas premisas sobra cualquier diálogo.
Pedro Sánchez ha escrito- solo o ayudado – el libro “ Manual de resistencia “; pero ésta no la aplica frente a los desafíos secesionistas. Camilo José Cela acuñó lo de “ En España, quien resiste gana “. Si Sánchez sigue con su deriva, sin resistirse a los pulsos separatistas, nada ganará y perderá el poder y la dignidad.
Sánchez perdió la dignidad hace mucho tiempo.Es un traidor a España y un incompetente.Debe marcharse cuanto antes.
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