Cuando se niega la mayor, qué se pueda esperar de quien así se pronuncia. Esto es lo que hizo Nicolás Maduro durante la entrevista que le hizo Jordi Évole, retrasmitida ayer en la cadena televisiva “ La Sexta “. No reconoció la crisis humanitaria que hay en Venezuela ni la falta de libertades, la persecución de la disidencia, ni otras calamidades que allí se sufren. Reiteró, una y otra vez, que las noticias y denuncias al respecto son una sarta de mentiras y falsedades promovidas por Ronald Trump, por los países que orbitan en torno a Norteamérica y por los medios de comunicación. O sea, la culpa es del exterior, que se inmiscuye con fines interesados y desestabilizadores con el régimen chavista que él preside. Se explayó con la lógica paranoide de los tiranos, arropándose con la bandera patriotera.
Dejando aparte su falaz verborrea, la crisis venezolana no se va a resolver de una día para otro, pese a que Juan Guaidó haya sido reconocido como Presidente interino por diversos países democráticos. Maduro y su corrupta cúpula militar no van reparar en medios para mantenerse en el poder, aunque sea a costa de una guerra civil. Sólo los más altos militares, con el impulso especialmente de Rusia y Cuba, podrían hacerle entrar en razón y ponerle una alfombra mullida de salida a un exilio dorado; pero diversas razones geoestratégicas mueven al escepticismo de que ello suceda. En todo caso, Diosdado y otros destacados mandamases del “ madurismo “ deberían acompañarle en el viaje.
La bienintencionada amnistía anunciada por Guaidó no debería alcanzar a los máximos responsables de la represión y penalidades del pueblo venezolano. Y la convocatoria de unas elecciones presidenciales con estos siniestros personajes en Venezuela no garantizaría la limpieza democrática de las mismas, por muchos observadores internacionales que hubiera. Conociendo los precedentes del chavismo, en este caso los del “ madurismo “, si éste las ganara continuaría la tiranía.
Suspiremos para que no haya una guerra civil y que Venezuela emprenda el camino de la libertad y de la recuperación. Y si los que la han esclavizado optan por abandonar el país, valdría la pena dejarles partir. Ya lo dice el refrán: “ A enemigo que huye, puente de plata “. Venezuela merece una nueva y mejor oportunidad.
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