Aunque no puede ni debe generalizarse a toda una sociedad, sí que son preocupantes los casos que se van a exponer. Suceden a diario las agresiones de algunos hijos a sus padres, algunas con resultado de muerte; el abandono de bastantes ancianos por parte de los que están más obligados a prestarles o facilitarles la atención y los cuidados debidos; la violencia intramatrimonial o de pareja, que en demasiadas ocasiones acaba en homicidio; los abusos y agresiones sexuales; los suicidios y acosos juveniles; la utilización peligrosa e inconveniente de determinadas redes sociales, así como un sinfín de atrocidades similares que trascienden al conocimiento público. Todo ello sin contar con los casos que pasan desapercibidos al no ser denunciados, sea por miedo, por vergüenza o por otros motivos.
Cuando ello ocurre, con la insistencia que observamos, hay que reconocer que estamos ante una sociedad enferma, siendo un mal larvado desde hace años y agravado con el tiempo. En la perversión de los valores y principios rectos tiene mucho que ver la temprana permisividad descontrolada, la dejación de la autoridad y de la educación integral en los ámbito familiar y docente, las familias desestructuradas, la relativización de lo que es trascendente y dignifica al ser humano, así como la irresponsabilidad en determinadas políticas que no fueron previsoras de lo que podría suceder, no tomando las medidas correctoras a su debido tiempo. En suma: el mal ha surgido desde la propia sociedad y hay responsabilidades compartidas, sin que valga excusarse en las carencias económicas y en las dificultades laborales. En otros tiempos éstas fueron mayores, sin que se prodigaran, como actualmente, los hechos alarmantes relatados. En todo caso, aunque también rechazables, eran mera anécdota.
Ante este panorama sombrío, es obligado reconocer que existe una mayoría de gente buena y responsable, y que cada vez se nota un auge solidario, desprendido y humano en gran parte de la juventud, que es la garantía de un futuro mejor.
Punto de encuentro en el que confluyen opiniones y reflexiones con el afán de aportar un granito de arena al bien de España, de su unidad y lengua universal, la fraternal concordia, recuperar valores ya en el olvido y reivindicar las raíces cristianas de Occidente. Para ello es preciso tomar postura, aspirar a ser un actualizado CRUZADO cuyas armas sean la palabra, la pluma y ejemplar ciudadanía.
lunes, 18 de febrero de 2019
LA SOCIEDAD ENFERMA
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