Pepe Bono, político socialista, siendo ministro de Defensa dijo: “ prefiero que me maten a matar como convicción personal moral ”.También se ordenó destruir desde su ministerio, para que no se viera, la inscripción con el lema “A España servir hasta morir “, pintada en lo alto de una loma situada frente a una academia militar en Lérida.
A raíz de la reciente sentencia judicial por los ERE ha salido a la palestra para defender la honradez de Griñán y algún que otro preboste socialista, aprovechando la ocasión para arremeter contra el PP por los casos de corrupción habidos en este partido. Sin entrar en comparaciones, cabe destacar que los sucesivos gobiernos socialistas andaluces camparon a sus anchas durante unos 30 años, saltándose la legalidad para la compra de voluntades, captación de votos y, de este modo, asegurar su larga permanencia en esa región, que manejaban como su cortijo particular.
Bono parece acoplar a su medida los valores morales, incluso la catolicidad de la que hace gala, repartiendo bulas y condenas desde su púlpito particular según sus preferencias. La suavidad en sus modales y habla se contradicen con sus hechos, encubiertos con una “ beatitud “ y honradez que muchas veces han sido puestas en tela de juicio. Es un ganador que siempre ha sorteado con éxito las especulaciones sobre parte de su patrimonio e ingresos.
No lanzamos ninguna acusación en su contra, y mucho menos delictivas. Para ello hacen falta pruebas o indicios que, de existir, tendría que valorarlos la Justicia. Para retratar al personaje basta con los entrecomillados del primer párrafo. Sobre el resto de su trayectoria vital y sentimientos, que él se juzgue. La moral “ a la carta “ se prodiga en demasía en todos los lares y escalas sociales. No es Bono el único que hace uso de la doble vara de medir.
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