Son impresionantes y loables los pronunciamientos de la
Conferencia Episcopal de Venezuela y de los sacerdotes ante las calamidades y la
falta de libertades que sufre el pueblo. Pero su labor va más allá de la mera
denuncia evangélica, ya que alivia las penurias de los más desfavorecidos con
una alimentación básica, medicinas, asistencia sanitaria y palabras de consuelo
y esperanza. Su acogida y ayuda, dentro de sus posibilidades, es para todos,
sean o no creyentes cristianos, mereciendo la acertada denominación de “ Iglesia
samaritana “.
Aunque se producen situaciones iguales o más graves,
cuales son las persecuciones cruentas contra los cristianos en diferentes partes
del mundo, optamos esta vez por referirnos a Venezuela, nación hermana con la
que nos unen tantos vínculos culturales, históricos y de solidaridad recíproca,
y a la que podemos ayudar con aportaciones económicas, según la posibilidades de
cada uno, respondiendo a la llamada: “ Ayuda a la Iglesia necesitada de
Venezuela “. Los que quieran colaborar encontrarán el modo de hacerlo
consultando en Cáritas, en las parroquias o buscando dicha petición en internet.