Las cartas a los Reyes que pidan como regalo la unidad
de la Nación, concordia y el bienestar común- deseo mayoritario entre los
adultos- no serán atendidas. Sus Majestades de Oriente no están para deshacer
los desaguisados gubernamentales, aunque los sufra el común; sólo se esfuerzan
en complacer las cartas escritas por los inocentes niños. Inocencia, que ni por
edad ni por oficio, se aprecia entre los comprometidos a facilitar la
investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, quien se considera
merecedor del codiciado premio, aunque lleve el estigma de la mentira y la
traición. Por ello, los Reyes deberían hacer una excepción con Sánchez y dejarle
carbón en la Moncloa, pero el susodicho ordenaría cargarlo en el “ Falcón “ y
esparcirlo como “ maná negro “ caído de lo alto.
Como los Reyes son duchos en las artes mágicas, pueden
considerar niños a los adultos de buena voluntad y corazón desprendido, y
depararles momentos de dulzura encantadora. Sea como sea, ¡ seréis bienvenidos,
Reyes Magos !
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