La llamada inteligencia artificial avanza, según
el decir de antaño, “ una barbaridad “. Pero tal “ inteligencia “ no nace ni se
desarrolla “ per se “, sino que es el producto y resultado del ser humano,
persona inteligente y libre, creadora de lo tangible y lo virtual. Por algo una
de las características de la libertad se definió “ como iniciativa creadora.” El
hombre fue creado libre al principio de los tiempos; pero fue evolucionando en
sus capacidades y perfeccionándolas, para subsistir y vencer a las adversidades
y obstáculos. Y así, hasta la fecha.
Por muchos adelantos técnicos que se consignan,
detrás siempre estará el impulso del ser humano. Aquéllos podrán facilitar y
simplificar las tareas de éste, incluso sustituirle en algunas tareas que le son
propias. Pero nunca dejarán de ser meros instrumentos al servicio del hombre,
con independencia del buen o mal fin al que se destinen.
Ante el peligro de
robotizarnos y controlar nuestras vidas, a través de la llamada inteligencia
artificial, hagamos que prevalezca la humanidad y la libertad. La ciencia debe
estar al servicio y para el bien del hombre, no al revés; ni para convertirlo en
un experimento de laboratorio.