La praxis política
deja mucho que desear,
afectando a los partidos por desigual.
La ambición dineraria sin mesura,
unida a la falta de escrúpulos y
moral,
son el caldo de cultivo de la
corrupción.
Cuando más poder se tiene,
más posibilidades hay
de ser tentado y tentar.
A algunos no les hace falta lo uno ni lo
otro;
va en su ser la tendencia al mal
obrar.
El puro vocacional, sin espurios
intereses
y entregado al bien común, es lo
ideal.
Mas cuando se entra en la rueda de la
política,
a veces,por acción u omisión, se suele “ tragar
“.
Por lealtad mal entendida, se cierran los
ojos
y la boca ante la porquería del partido.
Se la deja pasar. Mejor no saber “ na
“.
¡ Maldita corrupción ! Daño y escándalo
social.
Extendidos tentáculos, difíciles de
extirpar.
Con la “ sota de bastos” , al trucado “ as de
oros ”
hay que vapulear.