viernes, 9 de octubre de 2015

UN SACERDOTE A LA CARTA.

 

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A nadie se le obliga a ser sacerdote, ni a consagrarse a Dios dentro de la Iglesia católica. Es una opción personal que, salvo otras motivaciones ajenas a la vocación sacerdotal o religiosa, responde a la llamada divina a dicho servicio y estado, con las sujeciones propias a las normas eclesiales estipuladas o recomendadas, cual, por ejemplo, el celibato.

Es propio de la condición humana la inclinación sexual. Por ello, los consagrados, hombres o mujeres, no son inmunes a dichas pulsiones, que a base de renuncias y sacrificios suelen controlar, pues una de sus aspiraciones es librarse de la concupiscencia y vivir en virginidad. Con todo, siempre pueden producirse " caídas" por la debilidad de la carne; pero el Dios comprensivo y padre perdona siempre al contrito que se acoge a su misericordia.

No existe el ánimo de contrición cuando se convive en pareja, masculina o femenina; agravándose  el hecho cuando tal situación es pública y ostensible, o se tiene a gala alardear de ello, como ha escenificado días pasados el prelado Krzysztof Charamsa, destinado en el Vaticano y profesor de teología en una universidad pontificia, que presentó en sociedad, a través de los medios, a su novio, para influir en las deliberaciones del Sínodo de los Obispos sobre la familia que se está celebrando. Tal escándalo y provocación no podía quedar sin respuesta por parte de la Curia, e inmediatamente fue apartado de las tareas que desempeñaba.

Si en un momento de su vida optó por mantener una relación estable con un hombre- igual en el caso de tenerla con una mujer-, hubiera podido solicitar la reducción al estado laico. Episodios como el descrito ocurren cuando se quiere practicar la religión- en este caso el sacerdocio- a la medida personal, al particular antojo, a la carta.

No es la primera vez que han sucedido hechos parecidos, de personas que no han sido capaces de cumplir sus promesas, pero que en bastantes casos han preferido no escandalizar, ya que han predicado a los demás lo que ellos no han hecho .Es oportuno recordar al Sr.Charamsa que su gesto no representa ningún valor, sino la cobardía de no hacer honor a sus compromisos.

¡Que Dios le perdone!

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