La cosa está mal, pese a los indicios de recuperación económica; pero peor se pondrá en todos los niveles si, después de las próximas elecciones generales, los partidos nacionales moderados no se conciertan para afrontar la nueva situación política, garantizando un gobierno estable y fiable que defienda los intereses generales. Cabría la esperanza con un PP renovado de centro-derecha; con un PSOE de centro-izquierda al estilo de las socialdemocracias europeas modernas, sin concesiones a los populismos extremistas ni guiños a los secesionistas, y un C`s que se hace de rogar, que es el novio por cuyo querer disputan las otras dos formaciones citadas, y a las que trae de cabeza en su pujanza juvenil, cual novedoso y prometedor doncel.
Los tres partidos cuentan con las mejores intenciones de voto a día de hoy, compitiendo para captar la confianza de los electores. En esa legítima aspiración para gobernar dirimen sus diferencias y reproches, mientras ocultan algunas de sus bazas a la espera del resultado electoral, sin dejar de echarse requiebros de tapadillo. Sus bases y simpatizantes saben que a España le convendría que se entendiesen entre ellos; que lo "otro"- la conjunción izquierdista de distintos pelajes, más los secesionistas, como se está viendo en muchos ayuntamientos y autonomías- sería la ruina, el retroceso y la instalación de la discordia.
La puerta también está abierta para los otros partidos que piensan y actúan en clave de moderación, y están comprometidos con el futuro de la Nación en unidad, justicia, prosperidad, paz y libertad; en la que no haya espacio para extravagancias innovadoras ni funcione a base de ocurrencias disparatadas.
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