Los perjuicios ocasionados a toda persona, desde que resulta investigada o imputada hasta que judicialmente se le considera inocente o no culpable, ¿ cómo se reparan ? Los sufre tanto el propio afectado como su entorno familiar, siendo de diversas clases: morales, económicos, anímicos, a la propia imagen, etcétera. El estigma social, a menudo, seguirá de por vida, sobre todo por parte de quienes no admiten desde el principio la posibilidad de inocencia. Éstos, movidos por fobias ideológicas o intoxicados por las noticias difundidas por ciertos medios, tienen ya su juicio preconfigurado sin conocimiento objetivos de los hechos. Quieren carnaza, y si el resultado judicial no se ajusta a sus deseos, lanzarán la afirmación o sospecha de que en el ámbito jurisdiccional ha habido enjuague.
De las resoluciones judiciales se puede discrepar, pero con razonamientos jurídicos. La discrepancia fundamentada no está reñida con el acatamiento de las mismas, sin perjuicio de los recursos que procedan, sobrando las valoraciones espurias, torticeras o malintencionadas.
La sentencia del caso Nóos ha sido pronunciada hoy por el Tribunal juzgador. Ha habido condenados y absueltos. Las opiniones divergentes del común, sin tiempo para leerla ni capacidad para valorarla a la luz del derecho, se han desatado. La atención pública se ha centrado preferentemente, por la notoriedad de los personajes, en Iñaki Urdangarín- condenado- y su esposa la Infanta Cristina- absuelta-. Esta y el resto de los absueltos, entre ellos los de la rama valenciana, habrán sentido una gran alegría; pero, volviendo al principio,¿ cómo se repara el escarnio y las secuelas que han sufrido ? Triste experiencia, que ocurre con demasiada frecuencia, provocando damnificados judiciales y sociales.
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