La pancarta colocada en la fachada de la sede socialista de Ferraz en Madrid lleva estampado el lema “ Ahora, Gobierno. Ahora, España “, con la vista puesta en las próximas elecciones generales del 1O de Noviembre, que serán las cuartas en cuatro años y, según los sondeos, la candidatura socialista encabezada por Pedro Sánchez, presidente en funciones del Gobierno, sería la que obtendría más votos.
España precisa un Ejecutivo estable, fiable y duradero, que afronte con éxito los diversos problemas económicos, los constantes y graves desafíos secesionistas en Cataluña y otros de índole diversa. Pero no está claro, viendo los constantes bandazos oportunistas a que nos tiene acostumbrado Sánchez, que él pueda garantizar las demandas citadas, como tampoco los socios que elegiría para ello. Si consiguiera gobernar, actuara como presidente de todos los españoles y solucionara los problemas reales que nos acucian, valdría la pena pasar por alto sus ambiciones egoístas y personales desmedidas. Pero la trayectoria de su gobernanza en funciones y su propia idiosincrasia no invitan al optimismo.
El “ Ahora, España” nos lleva a inquirir si es que antes no le importaba o le era indiferente. España y su historia- compendio de aciertos y errores, grandezas y humillaciones, victorias y derrotas, elogios y vejaciones- tiene que ser el estandarte que enarbole siempre quien la gobierne o aspire a ello.
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