jueves, 6 de julio de 2023

MALEDICENTES

  

 
 
Huir procede de las bocas, por sistema, maledicentes. 
 
Sin razón exponen contubernios y agravios en su contra,
 
cuando la Administración y otros colectivos profesionales
 
no acceden a sus pretensiones.
 
Si se trata de vejar o dar por buenos infundados rumores o calumnias,
 
del Rey para abajo a nadie libran.
 
Son malos perdedores. Querulantes por vocación,
 
se enclaustran en “ su razón “,
 
sin dar espacio a la duda o el error.
 
Si unos políticos son ladrones y vividores,
 
extienden la corrupción a todos por igual.
 
Sus obsesivas fijaciones tienen un poso de frustraciones,
 
traumas vivenciales y querencias políticas cambiantes.
 
Pasan de la adulación, si pretenden “ sacar “,
 
a la denostación cuando ya no se les  “ da “.
 
Se excitan con gritos enfurecidos, exacerbando su postura,
 
si se les contradice o no se les hace caso.
 
Sobresaltan al desprevenido transeúnte
 
y a los demás ocupantes de la estival terraza de bar
 
-donde suelen dar rienda suelta a sus peroratas-,
 
que los toman por desequilibrados o “ locos de atar “. 
 
Afortunadamente, no abunda la gente de esta guisa;
 
pero les gusta “ dar la nota “ y “ llamar la atención”
 
A la poca y conocida, no conviene “ darle carrete “.
 
Bastante tenemos con el calor sofocante,
 
para que nos calienten el “casquete “,
 
nos suba la tensión y, de rebote, cojamos un berrinche.
 
Si procuramos no ver los debates electorales,
 
para no encorajinarnos, ni nos amarguen los días,
 
con mayor motivo hay que eludir
 
la audición de los consabidos monólogos
 
de los “ sabiondos “ espontáneos.
 
Tampoco, ni cobrando, ser “ sparring “ del pugilato verbal.
 
El diálogo requiere pensar lo que se va a decir.
 
Exponerlo con educación, sin ofender ni prepotencia,
 
con voz reposada y objetividad.
 
Si no se hace así, o se es incapaz de seguir este método,
 
es preferible callar. “ En boca cerrada no entran moscas”.
 
Ni de ella salen sapos. Y si salen, te los tragas.

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