La Iglesia española, antaño
evangelizadora,
precisa ser evangelizada hogaño.
Vivimos como si Dios no existiera,
aferrados a lo útil, lo material,
al placer mundano y pasajero.
Por no asumir la individualidad del ser
humano,
su destino trascendente,su unicidad y
diferente
a los demás, nos integramos en la descreída
masa,
para que tape el vacío del alma,
sin preguntarnos por el ahora y el más
allá.
Relación gregaria, escape de la
soledad.
¿ Cuándo, cómo y porqué empezó el declive
?
¿ Qué hacer por recuperar el vigor perdido
?
Preguntas lanzadas en silencio al
aire,
rebotan en las paredes y techos de iglesias
vacías.
Gente menesterosa limosnea en las
aceras.
Se evitan sus miradas. Oídos sordos a sus
súplicas.
Aceleras el paso. Te embarga un
interrogante.
Recuerdas que fuiste caritativo
y miembro activo de la Iglesia
militante.
Dudas y remordimientos de conciencia
se plantean y pesan en el triste
paseante.