Hordas de miserables avanzan.
Derriban cercados y lindes.
Pandillas de cuatreros compiten,
para conseguir del infiel capataz
el privilegio del buen yantar
y la consecución de la total soberanía.
¡ Vía libre ! les promete quien solo es
administrador.
En su desvarío cree ser el dueño,
único patrón, del solar patrio.
Desprecia la titularidad común,
y que España tiene alma.
Espíritu que la ama, sufre y llora.
Lucha cuando la ve traicionada
y conducida por suicida
ruta.
Pueblo que rechaza la carne podrida,
exclamando: “ Me gusta la fruta “.
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