Al ser humano lo robotizan,
programan y esclavizan.
Producto del mal uso
de la Inteligencia Artificial,
el ser humano está en riesgo
de perder su libertad e identidad
personal.
La máquina sustituirá- ya lo hace- al
hombre,
pero alguien tendrá que ponerla en marcha,
darla instrucciones y pararla.
Tratan de
ponerle límites a la I.A.,
para salvaguardar el progreso
necesario
y el bien de la Humanidad.
Los avances en tal sentido,
bien están, siempre que su
destino y finalidad se atengan
a principios ético-morales,
y se constate su bondad.
Los experimentos cientifico-técnicos
avanzan a ritmo trepidante.
Que tengan éxito, y se utilicen
para el bien. Nunca para el mal.
Comer de cuchara y, a la larga,
buenos mariscos o un chuletón,
salvo prescripción médica en contra,
son manjares para el estómago y el
paladar.
Regados con buen vino tinto,
sobre todo en época invernal,
espantan el frío y reina la
cordialidad.
En cuestión del yantar, aparquemos la I.A.