Los bulos están a la orden del día.
Se difunden por doquier.
Van de boca en boca.
Las mentiras pasan por verdades.
Los rumores por certezas.
Ante tal estado de cosas,
nacen la duda y la confusión.
No sabes qué o no creer.
Aléjate del tren de las dudas.
Ignoras cuál es su puntualidad,
mercancía ni destino.
Súbete en el de la fiabilidad,
el que lleva un avispado revisor
que, por experiencia y olfato,
detecta al que se cuela sin billete,
y le hace bajar de repente.
No creas a pie juntillas
todo lo que se dice, radia,
televisa o escribe.
Desconfía de los
anónimos
y contenidos de las redes.
Déjate guiar por el sentido común,
lo que conoces por fuente fiable
y por tu propio saber.
Evita las especulaciones sin causa.
Haz oídos sordos
al que te vaya con bulos.
Así y todo te pueden dar gato por
liebre.
Si te abruma tanta suspicacia,
no la eludas encerrándote en casa.
¡ Qué importa lo que digan !
Eres dueño de tu verdad.
¡Lo demás, qué más da!
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