jueves, 8 de septiembre de 2011

NACIONALISMO CATALÁN E INMERSIÓN LINGÜÍSTICA

 

Los nacionalistas vascos y catalanes en su proclamas dicen, entre otras falacias, que el País Vasco y Cataluña son víctimas del desprecio y discriminación del resto de España (ellos eluden lo del “resto”). No, señores, son Vds. y sus partidos, los que  tienen hartos a ese resto que vive en sus Comunidades o en las restantes. Decimos hartos por sus imposiciones totalitarias, ya que la palabra indignado ha sido devaluada y prostituida desde fechas recientes.

Ciñéndonos al caso de los nacionalistas catalanes, ¿por qué que en Cataluña no se puede ejercer el derecho a recibir la enseñanza en castellano o español?, idioma oficial para toda España sin perjuicio de las co-oficialidad  con el catalán. ¿Qué odio cerril tienen a la lengua de Cervantes para sancionar las rotulaciones en castellano y  desterrarlo de los centros oficiales? ¿Qué prepotencia es esa que les lleva a saltarse la Ley de banderas, la Constitución y las decisiones de los Tribunales cuando no son de su gusto? ¿Cómo la representación del Estado, encarnada en la Generalidad, desafía al Estado? La verdad es que aburren y eso es lo que pretenden, que por  vías de hechos consumadas les dejemos por imposibles. No perdemos el tiempo en exponer otros dislates de auténtica locura, por ser sobradamente conocidos.

A más y más, El Presidente de la Generalidad, Arturo Mas, en pleno desafío al Estado de Derecho y a los Tribunales de Justicia, dice que quienes cuestionan la inmersión lingüística( la enseñanza exclusiva en catalán sin opción a recibirla en castellano) les están tocando las narices. ¡Hombre!, no es para tanto, aunque sí para apretarle de esa otra parte que a él tanto le gusta tocarnos y que nos tiene hasta eso, hasta los mismos.

Su consejera de Enseñanza, Irene Rigau, como no podía ser de otro modo, está a la voz de su amo defendiendo la inmersión de marras; por obediencia y convicción, contra viento y marea, pasando de la Justicia, y hace unos días dijo que si tenia que salir de la política por la lengua lo haría, a raíz de la sentencia judicial que conminaba a que le enseñanza se impartiera en la doble vía de castellano-catalán. Hágalo ya señora, o es que se cree que despachar en el palacio de Sant Jaume es tan importante como hacerlo en el despacho oval de la Casa Blanca. Debe pensar que sí, toda vez que su jefe Mas se preguntaba por qué en Francia, Alemania… se puede enseñar en sus respectivos idioma (francés, alemán,…) y en su País (Cataluña) no se puede hacer exclusivamente en catalán.

Lo cierto es que estos burgueses nacionalistas han venido teniendo complicidades y apoyos de vario pinto color político, desde algunos sectores contemporizadores de la derecha, a los más descaradamente ostensibles de socialistas y lo “mejorcito” de la extrema izquierda. No quedan en el olvido los de ciertos clérigos y abades, docentes y medios de comunicación espléndidamente remunerados. Y no nos confundamos, una cosa es Cataluña y los que en ella viven, y diferente es el irredento nacionalismo que se arroga impúdicamente la exclusividad catalana, cercenando las libertades de los que se sienten catalanes y españoles.

En definitiva, la madeja está tan liada que a ver quién la desenreda. Poder se puede, pero hace falta voluntad de hacerlo sin miedo a las resistencias y las seguras algaradas. Ahora tenemos el problema del paro y la crisis de las que suponemos saldremos o nos sacarán algún día, más la cercanía de las elecciones generales. Ni el PP ni el PSOE, por si solos, pueden poner coto a tanto desmán y locura suicida. Despejada la incógnita electoral y tras la subsiguiente catarsis renovadora, ambos partidos podrían, de común acuerdo, afrontar el reto, como han hecho con la votación sobre la puntual reforma constitucional para reducir el déficit. Pero como hemos dicho, hace falta querer y para quererlo hay que sentirlo como necesidad vital patriótica. Conociendo paños y percales, barrunta bastante improbable ¿verdad?

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