Es una pérdida de tiempo intentar convencer de su desvarío a los exacerbados secesionistas, como el tratar de contentarles con concesiones; lo único que se puede conseguir es dilatar su paso a la acción sediciosa. Sólo atienden, porque no les queda más remedio, a la ejecución sin complejos de los resortes legales y legítimos de que dispone el Estado de derecho; en lo que ha habido dejación durante años y por diferentes gobiernos. Tal permisividad y tibieza- por no encarar decididamente el desafío creciente y las ilegalidades perpetradas por el "nazional"-separatismo, nos ha llevado a la situación actual: peligra la unidad de España y eso es algo que no se puede consentir.
A estas alturas no es cuestión de teorizar y analizar el " porqué" de la alocada deriva- demasiado se ha escrito y dicho al respecto, cayendo en saco roto-, sino de tener a punto las previsiones constitucionales para responder a la probable declaración unilateral de independencia de Cataluña; la firme decisión de llevarlas a la práctica si se produjera, y de paso reconducir la situación a los cauces de la normal convivencia en democracia. Medios e instrumentos los hay; se trata de utilizarlos sin pusilanimidad.
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