En ocasiones, la verdad desnuda es costosa de contar y explicar. Si al hacerlo se daña a terceros se causan perjuicios mayores o el esfuerzo por intentarlo resulta baldío. Y además puede surgir el interrogante: ¿ para qué empecinarse en tal empeño ? Si, encima, se sustenta en elucubraciones no fundamentadas ni contrastables, el resultado genera una serie de polémicas estériles y contraproducentes.
Cada cual puede considerarse en posesión de la verdad, basada en posicionamientos personales, distorsiones históricas o en diferentes interpretaciones de los hechos. Pero la verdad, en sus diversos matices y concepciones es una, difícilmente aprehensible en su totalidad. La duda suele acompañar al ser humano y a veces lo atormenta. No obstante, la búsqueda de la verdad es irrenunciable.
Hoy, 11-M, se cumplen 13 años de los atentados terroristas en Madrid, quedando muchos interrogantes por descifrar. La verdad jurídica, que estableció el Tribunal juzgador, no tiene por qué coincidir, total o parcialmente, con la verdad material. Los supervivientes de la masacre criminal aún sufren, sea secuelas físicas, psíquicas o por ambas. La experiencia macabra se les tornó en pesadilla de por vida. Unámonos, un aniversario más, al dolor de la víctimas, y clamemos para que la verdad resplandezca diáfanamente algún día.
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