Los conductores de automóviles y motocicletas que cometen infracciones en la circulación y en el aparcar, son piezas predilectas de los Ayuntamientos para sancionarles. Sin embargo, tal diligencia brilla por su ausencia en cuanto se trata de ciclistas.Un número significativo de éstos, especialmente entre los compatriotas, creen tener patente de corso para circular por donde les place y sin miramientos hacia los peatones, comportándose como los amos de las calzadas, carriles-bici y aceras. Los ciclistas de otros países europeos que nos visitan- como turistas, estudiantes,etc.-, circulan por lo general con precaución, respetan las normas y son considerados con el peatón despistado. En fin, es un asunto de mera educación y civismo, de los que tan faltos andamos en estos lares.
El uso de la bici, que por otra parte reporta beneficios varios, va en aumento; pero el empecinamientos de ciertos ayuntamientos en generalizar y priorizar ese medio de desplazamiento urbano, parece más bien una medida dirigida en contra de los vehículos a motor, y una exhibición- verdadera o falsa- de progresismo ecologista.
Algunos, sobre la bici se comportan como faltones y energúmenos. Las quejas de los peatones son pérdidas de tiempo. Y es que para muchos ediles, su bandera pro bici no puede ser contestada. Así que ¡ cuidado, viandante ! No pises el carril-bici, y cede la preferencia al ciclista, cruce éste un paso de peatones o circule por exclusiva vía peatonal. De lo contrario llevas las de perder.
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