Con el paso de los años, se ha comprobado que el Estado autonómico previsto en la Constitución de 1978 y el “ café para todos “, que implicaba autonomías de 1ª y 2ª, fue un inmenso error. En los años convulsos e inciertos de la Transición, el eslogan coreado en las manifestaciones callejeras, hábilmente programadas por las izquierdas y los nacionalistas, era:” Libertad, Amnistía y Estatuto de Autonomía”. Todo ello se consiguió para afianzar la reconciliación y la democracia, pero no previeron los diferentes artífices del cambio el desmadre autonómico que sucedería.
El caso es que el engendro autonómico tenía que ser alimentado para seguir creciendo, hasta el extremo de aceptarlo como una necesidad irreversible. Pero todo eso( cargos, funcionarios, Instituciones y organismos dependientes de ellas, infraestructuras, etc.) cuesta un dineral descontrolado que pagan los expoliados contribuyentes, originando déficits y deudas que, en el mejor de los casos, no se saldarán hasta dentro de varias generaciones, sin que se vea la correspondiente contraprestación en la calidad y eficacia de los servicios que se ofrecen.
O sea, lo que se creyó que sería vacuna y vitamina devino en cáncer y debilidad del Estado. Este es el sentir generalizado, pero no suele expresarse en público por ser “ políticamente incorrecto” y riesgo de ser tachado de “ facha “ e involucionista, pero sobre todo porque muchos- bastantes más de los precisos- tienen un empleo fijo y viven razonablemente bien con la situación. Ningún partido está interesado en que desaparezca esta bicoca. Los funcionarios que trabajan en las Autonomías, aprovecharon con todo derecho su oportunidad laboral; no tienen ninguna culpa con lo que otros diseñaron años ha.