Pueden tener cargos públicos más o menos relevantes a lo largo y ancho de España; serán formalmente representantes democráticos de la voluntad popular, pero los que de entre ellos actúan con odio sectario y revanchista, no merecen el favor ciudadano ni son dignos de consideración. Impondrán sus dictados de nuevos “mandamases”, sea con formas engañosas o “porque sí”, mas cuando ello ocurre, y suele suceder con demasiada frecuencia, hay que denunciar públicamente sus decisiones e, incluso, participar pacíficamente en las reacciones o movilizaciones populares en contra de sus decisiones arbitrarias.
Se ha incidido anteriormente en el odio sectario y revanchista porque es el resultado del componente ideológico que predomina en la izquierda extrema y populista, ante la que se arrodilla una parte del socialismo como “ compañero de viaje “. Esa ideología destructiva socava la armonía social y atenta contra las libertades,como, por ejemplo, la educativa y la religiosa.
Están sembrando de minas el cuerpo social. Habría que desactivarlas antes de que exploten.
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