Quim Torra, Presidente de la “ Generalitat “ de Cataluña, ha dicho que hará 2 días de ayuno en solidaridad con los 4 presos políticos catalanes que decidieron llevar a cabo una huelga de hambre, pretendiendo con ello presionar a la Justicia y al Gobierno para “ salir de rositas “: ser absueltos de los graves delitos de los que se les acusa a raíz del golpe de Estado secesionista, por los que están encarcelados preventivamente.
El ayuno de Torra tal vez le sirva para purificar su cuerpo de posibles excesos alimenticios, pero no va a ser un bálsamo curativo para sus delirios independentistas y propósito de declarar la República independiente catalana. El remedio sólo puede venir desde la aplicación de la Justicia y el sometimiento a la Ley, además del reconocimiento por parte de los impulsores del “ procés “ del daño enorme que han causado a la convivencia en Cataluña, con la fractura social que han provocado, y el desafiante pulso al Estado español democrático y de Derecho. Es sumamente improbable que se produzca el reconocimiento y arrepentimiento por el mal causado, cuando los sentimientos nacionalistas se exacerban y dan paso al desatino rebelde.
Durante los 2 días de ayuno, Torra pernoctará en el Monasterio de Montserrat, faro religioso del nacionalismo catalán. Como es impensable que allí le recomienden el acto de contrición, que al menos el hermano cocinero no le alivie el hambre y la sed a hurtadillas. Mientras tanto, el huido Puigdemont ha dejado aquí a los suyos en la estacada y, siendo republicano secesionista catalán, sigue viviendo “ a cuerpo de rey “ en Waterloo.
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