sábado, 30 de abril de 2022

DE MÉDICO EN MÉDICO

  

 
 
 
 
 
 
 
¡ Qué malo es ir de médico en médico !
 
Se empieza por una molestia o ligera dolencia,
 
acudes al facultativo de familia,
 
y si intuye a qué puede ser atribuible,
 
prescribe el medicamento adecuado,
 
más una analítica completa si lo estima procedente.
 
Si ésta no sale bien y la sintomatología persiste,
 
te deriva al especialista, que aconseja nuevas pruebas,
 
si no ve el asunto claro, para dar con el clavo.
 
Si con ello se concreta la causa, receta el remedio;
 
pero si detecta otras anomalías, cuyo diagnóstico
 
y tratamiento no le corresponden,
 
empieza el recorrido no deseado ni sospechado:
 
impaciencia por las largas listas de espera,
 
ir de especialista en especialista,
 
cliente habitual del hospital, huésped del quirófano
 
y las inquietantes periódicas revisiones.
 
Hay que cuidarse desde la juventud;
 
los excesos pasan factura con los años,
 
también a los que tuvieron hábitos sanos;
 
confiar en los médicos y seguir lo pautado.
 
No hacer caso de los profanos ni de sus recetas caseras,
 
de esos “sabelotodo” que achacan el inicial dolor o molestia
 
a un traspiés, un enfriamiento, una mala postura al dormir,
 
una pesada digestión u otras ocurrencias cualesquiera.
 
Opinan de buena fe, pero suelen equivocarse y meter la pata,
 
motivando a veces ir al médico con tardanza.
 
Hay males propios de la edad avanzada, no esperados en la lozana.
 
Ante ellos, paciencia, resignación, no perder el humor,
 
echar para delante y que dure la procesión.

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