La violencia criminal está extendida,
perpetrándose por menores y mayores de ambos sexos. Sin menospreciar la
predisposición genética en ocasiones, hay otros factores que subyacen
poderosamente en cada homicidio y asesinato, tales como los provenientes de un
déficit educacional cívico; traumas por malos tratos sufridos o vistos durante
la infancia en el entorno familiar, y graves enfrentamientos en el mismo; el
desarraigo social; los trastornos mentales y otras causas. En cualquier caso, cada atentado contra la vida es estremecedor,
tratando los psicólogos, psiquiatras y criminólogos en hallar una explicación a
cada uno de ellos y bucear en el perfil personal del autor.
Produce especial espanto e incredulidad la
violencia vicaria- matar al hijo para hacer sufrir a la madre-, los demás casos
de filicidio, causar la muerte de los propios padres y el del cónyuge o pareja
con el que se convive o se ha convivido. Originan también profunda indignación y
estupor las muertes pre o posteriores a una agresión sexual, que en ocasiones
van seguidas del ocultamiento y descuartización de la víctima.
¿Cómo llevar a cabo la prevención si no se
detecta a tiempo o no se prevé la posibilidad y predisposición a tales
violencias desgarradoras ? Sólo pueden disminuir o evitarse sensiblemente, si
cala el respeto a los demás, hay una coordinación rápida y eficiente entre las
Instituciones concernidas y se efectúa el debido seguimiento y control de las
situaciones en peligro, el de los posibles victimarios y el de las potenciales
víctimas conocidas, además de las alertas al respecto comunicadas mediante la
colaboración ciudadana. Las condenas que se dicten deben acomodarse a la máxima
duración legal prevista para cada caso. Los años en prisión evitan la
reincidencia mientras se cumple el total de la pena. La pretendida reinserción
social de estas alimañas peca de buenismo y raya con la utopía. Pensar que puede
ser un freno el temor al castigo penal, difícilmente es disuasorio, máximo
cuando el homicida, al ser descubierto y detenido se niega a reconocer la cruel
maldad por él efectuada y, por tanto, no da muestras de
arrepentimiento.
Cuando por estos crímenes menos banderas a media
asta se vean, mengüen o se distancien los minutos de silencio y de luto oficial,
será señal de que se va ganando la batalla a la bestialidad criminal.
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