EL SINO DE LA VIDA

  

 

 

 

 

 

Procura defender tus creencias e ideales;

 

ser consecuente con ellos.

 

Tener paz interior y la conciencia tranquila,

 

pero no pretendas inculcarlos a la fuerza a los demás.

 

Si te empecinas en este empeño,

 

y “ das la paliza “ a todo  “ quisqui ”,

 

queriendo ganar adeptos a tu “ causa “,

 

puede surgir el efecto contrario.

 

Y, como mínimo, que te oigan y no escuchen.

 

Son palabras que se lleva el viento.

 

Si te conceden razón y comparten tus postulados,

 

ningún adicto habrás cosechado.

 

De antemano ya estaban de tu lado.

 

Para poco o nada sirve el consejo dado.

 

Cada cual sigue su marcha:

 

anda, se desvía, rectifica o deshace el camino  andado.

 

Es el sino de la vida y los tiempos.

 

¡ Cuántos vanos esfuerzos entre los ya idos !

 

Quisieron cambiar el mundo a su modo,

 

mejorar su posición, velar por el futuro familiar,

 

organizar las sociedades.

 

Pero nada es perdurable.

 

Cada persona es única. Los usos y las modas son mutables.

 

El recuerdo que nos dejen al marchar,

 

nos marcará. Para bien o para mal.

 

Aprovechemos el legado que vivifica el alma.

 

El que abre los corazones y las puertas del más allá.