No te dejan respirar.
Aún no te has acabado el plato,
y sobre la mesa dejan otro.
A este paso llegaremos al empacho.
El “ menú “, sin haberlo comandado,
lo pagas de tu bolsillo, 
y como hay tanto pillo y espabilado,
dedicados a la caza furtiva del 
voto,
venden a destajo la quincalla,
propia de esta clase de morralla.
Opositan a representantes del 
pueblo,
sin saber muchos lo que es sudor y “ curro 
“.
Su afán es situarse en la cabeza de la 
competición,
procurar el apoyo del seleccionador
y zancadillear al que te pretende 
sobrepasar.
Por si las moscas, revoloteos en torno a las 
puertas giratorias;
quien más, quien menos, busca el refugio del 
convento.
En la intemperie se está mal.
Te tenías por señor, y te tratan de 
gañán.
Como “ La victoria tiene muchos padres, 
y la derrota ninguno “, al final 
todos
se esforzarán por salir airosos,
incluidos los perdedores.
El que no se consuela, es porque no 
quiere.
La esperanza no se pierde.
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