Creen que declararse “ progresistas “ equivale a un plus de modernidad, de ” ir con los tiempos “, adelantarse en la vida, rechazar lo viejo por caduco, y un sinfín de dislates más.El progreso verdadero, referido al ejercicio de la política y la gobernanza, es el que conlleva y persigue el desarrollo y la implantación generalizada de las diversas actividades, que benefician a la sociedad en su conjunto y al ser humano individual. Precisa de una intencionalidad dirigida a tales fines y de un conjunto de reglas legales y ético-morales que establezcan límites. No hay progresismo cuando se vulnera o atenta contra los derechos naturales de las personas, los valores fundamentales y las normas que los regulan, ni cuando se practican procedimientos autoritarios. Las “ ingenierías sociales “ implican, con frecuencia, retrocesos.Pedro Sánchez quiere optar a la investidura para continuar con un gobierno de progreso. Si lo consiguiera, visto el “ progresismo “ que ha llevado y proclama, sería para seguir temblando. No hace falta ser más explícito. Es conocida la marca que deja el hierro “ sanchista ”. Con la calaña de sus socios y apoyos, sería apuntillada España. ¡ Vaya elemento ! y cuadrilla con la que se rodea.De momento, el Rey, tras la primera ronda de contactos, ha encargado a Feijóo, ganador de las elecciones generales, la formación de un nuevo Gobierno. Que tenga suerte y consiga los apoyos que le faltan para hacer factible el encargo real, lo que es difícil. El resultado final ya se verá. Pedro Sánchez, “ el de las mercedes “, no se resigna a ser desalojado. Si Feijóo no consigue los apoyos necesarios, aquél seguirá dando lo que no es suyo a los salteadores de España, para volver a ofertar su disposición a gobernar. Antes que esto, es preferible ir a una nueva convocatoria electoral.
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