jueves, 31 de agosto de 2023

VIOLENCIA MACHISTA

  

 
 
 
 
 
No hace falta ser feminista radical,
 
para indignarte y condenar
 
la violencia doméstica, de género o machista.
 
La denominación es lo de menos,
 
como el lugar donde se comete.
 
Lo crucial y alarmante es su realidad
 
y la alta frecuencia con que se da.
 
El refugio de la casa es testigo mudo
 
de lo que ocurre entre sus paredes.
 
Cuando desde el exterior
 
se oyen los chillidos, disparos,
 
las peticiones de auxilio,
 
hay que pensar en lo peor:
 
vidas corren peligro.
 
Agresiones de esta naturaleza
 
se producen también en las calles.
 
Como detonantes hay: desencuentros, celos, infidelidades,
 
perversiones, desequilibrios mentales, ataques de furor,
 
intereses varios, o porque de lo que hubo, nada quedó.
 
La casuística es amplia y variada.
 
Todos ellos son el reflejo
 
de una sociedad desquiciada y enferma,
 
agravada con el paso del tiempo.
 
Los bienintencionados aplausos “ post mortem “
 
son tributos tardíos y baldíos,
 
que con tales atrocidades no acabarán.
 
Psicólogos, sociólogos y demás expertos
 
de la conducta humana y sus violentas desviaciones,
 
son los indicados para averiguar el porqué,
 
y asesorar sobre la vacuna a aplicar
 
a esta maldad social-criminal.
 
Una receta casera nos indica
 
que la educación en rectos valores,
 
la mutua compresión y el recíproco respeto,
 
pueden ser eficaces. Antaño lo fueron,
 
y lo que ahora es una epidemia,
 
antes eran constipados pasajeros.

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