En la inducida concentración
izquierdista
de hoy frente a la sede del Supremo,
para protestar por la condena al
Fiscal
General, se ha seguido el guión marcado
por el Gobierno y con las consabidas
descalificaciones a los magistrados
que emitieron el fallo.
El ataque concertado a la Justicia,
cuando no gustan sus pronunciamientos,
es alarmante; socava a uno de los tres
poderes del Estado y hace llegar a los
juzgadores el subliminal aviso-amenaza
de que no se
condena a los “ nuestros “.
Este mensaje, de corte mafioso,
procede
contrarrestarlo de forma decidida, sin
temor
a lo que digan. La balanza de la recta
Justicia
tiene que estar a salvo de las insidias
que
se le lanzan. Su
independencia e imparcialidad
son su mejor
aval para confiar en ella.
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