Pocos masones manifiestan serlo,
la mayoría guarda reserva sobre
su pertenencia a la masonería.
Los hay en la política y en otros
campos de opinión e influencia.
Si se conocieran sus nombres
y el grado alcanzado, se podría
explicar el trasfondo de determinados
programas electorales y el de las
legislaciones inusitadas que afectan,
para mal, a la
propia naturaleza humana
y a los
enriquecedores valores y
principios que
la distinguen y la adornan.
Una sombra de obediencia masónica
nubla la
andadura de este Gobierno.
Ha asomado la patita al destinar más
de 3 millones de euros por la restauración
del Templo de la Masonería de Santa
Cruz
de Tenerife. El ministro Ángel Víctor
Torres
acudió a su inauguración.
Se ha abierto un resquicio de luz en
la
oscuridad masónica; el que interesa
que
se vea, pero no el foco que lo
desprende.
En algunos otros países se tiene a
gala
el ser masón. Aquí predomina la
ocultación.
¿ Por qué será, cuando no se reprime
la masonería ? ¿ Tal vez, por la mala
conciencia arrastrada ? ¿ Quiénes hay
detrás de los que dan la cara ?
Preguntas en el aire. Ellos sabrán.
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