“Me quedo con la magnífica exposición que hiciste y a la que tuviste el detalle de invitarme. Puedes sentirte muy satisfecho. Transmitías excelentemente y se notaba convencimiento, realismo y pasión por lo que decías. Estuviste súper “ sobrado” : claridad, perfecta dicción, mensajes subliminales de valores humanos, y cierre final con el templario, a quien hiciste la reverencia como símbolo de fidelidad y compromiso al recibir el obsequio; detalle que no me pasó desapercibido, ¡ LO VIVÍAS!
La presentación en “ power point”, extraordinaria. Un trabajo de alta calidad, con muchos días previos para elaborarlo. Enhorabuena también al equipo. La semilla la sembraste amorosamente. Deseo que la tierra sobre la que la depositaste la mime con el mismo cuidado, fervor y desprendimiento que tu pusiste en el empeño, para que de ella salga un fructífero árbol.”
El entrecomillado que precede es parte esencial del escrito de enhorabuena que le enviamos a un alto ejecutivo, quien nos invitó a estar presentes en la ponencia que disertó sobre las nuevas estrategias y métodos que quiere impulsar en el extenso ámbito territorial de la empresa a la que pertenece. El auditorio, salvo nosotros, eran empleados de la misma.
La sorpresa final, cargada de simbolismo y en consonancia con lo disertado, fue la entrada en la sala de un personaje revestido de templario. Se situó junto al estrado y ceremoniosamente se le acercaron, uno tras uno, todos los presentes, quienes recibieron como obsequio una estatuilla representando al monje-guerrero templario. El último en recibirla, como gesto de humildad, fue el amigo conferenciante.
No viene al caso desvelar la empresa ni la identidad del alto ejecutivo. Se ha expuesto este hecho real como un ejemplo de esa gran cantidad de hombres sin relevancia pública, hechos a si mismos en un largo aprendizaje, empezado a muy temprana edad desde los peldaños inferiores hasta alcanzar los más altos, a base de sacrificio, afán de superación, perfeccionismo, ilusión, permanente actitud positiva que no se arredra ante difíciles retos y llevan por estandarte la honradez, ideales nobles y rectos principios. Reparan en la trascendencia de la vida , no descuidan el aspecto humano y saben ponerse en el sitio del que está enfrente. Son lo que podríamos llamar los ejemplares caballeros de la vida.
Hombres y mujeres con el carisma y perfil como el descrito, que abundan, es lo que necesita España en el ámbito público. Auténticos líderes, que sepan cuales son los objetivos, las prioridades, cómo llevarlos a cabo y determinación, entregados con alma a España y los españoles. Nuestro amigo, aunque le preocupa la situacional nacional, no se dedica a la política; bastante tiene con asegurar y expandir el negocio empresarial, como fórmula ineludible para crear riqueza, mantener y generar puestos de trabajo en condiciones justas y dignas para los empleados.
Nos deleitó escuchar a un caballero y ejecutivo ejemplar
Reconocidas y agradecidas palabras para una estirpe que existe en numerosos ámbitos. Me hubiera gustado asistir como audiencia, es una buena forma de generarse admiración y atrevimiento en ese aprendizaje constante que necesitamos.
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