Distintos medios han recogido la opinión lanzada sobre los turistas, a través de sus cuentas en Twitter, por dos asesores de las localidades más importantes de la Vega Baja del Segura, situada en el extremo sur de la provincia de Alicante. Léanlas y pásmense:
Artur Balaguer -asesor del Gabinete de Comunicación del Ayuntamiento de Orihuela, gobernado por socialistas y verdes-, el día diecisiete del presente mes, escribió : " Que ganas de que llegue septiembre y los putos españoles tarados con niños maleducados se vayan a su casa madrileña".
Otro asesor, Alejandro Esteban Soler, del grupo municipal de Alternativa Popular de Torrevieja, cuyo Ayuntamiento es regido por el PP, fue veloz a socorrerle con una perla similar: " Si el turismo es que vengan aquí personas con segunda residencia y se vayan a llenar la nevera al Carrefour, entonces tenemos diferentes conceptos de turismo"," la escoria que viene es directamente proporcional a la caradura de Albadalejo" ( concejal popular del consistorio torrevejense ).
Las frases de estos dos sujetos, por calificarles de forma suave, hablan por sí solas de su catadura moral, democrática y ciudadana, y de los méritos que albergan para ser asesores. Aparte del ofensivo menosprecio que encierran- discriminatorio, sectario y merecedor de ser llevado al Juzgado de Guardia-, sus autores muerden la mano que les da de comer a ellos y a sus convecinos; pues no es moco de pavo lo que el turismo interior, en cualquiera de sus modalidades, aporta al sostenimiento y desarrollo de sus localidades y, directa o derivadamente, a las arcas municipales de las que cobran.
Con sentido práctico, un amigo que lleva muchos años al frente de una pequeña y modesta “ boutique” en la capital turística de la Costa Blanca, comentó al conocer ambos despropósitos: " Del turismo vivimos. No vale la pena dedicar tiempo a esos tipos, ni en desmontar sus estúpidas opiniones; simplemente hay que enviarlos a la mierda". Le hacemos caso; deseando, antes de terminar, que ambos asesores se busquen las habichuelas o la alfalfa en otro pesebre. En el que vienen comiendo, por dignidad y decoro, no deben seguir teniendo cabida.