El asesinato del periodista estadounidense James Foley, decapitado por los yihadistas del autodenominado Estado Islámico del Irak y el Levante (EI), ha motivado la indignación y el horror, y es uno más, sin que por ello deje de ser igualmente abominable, de entre los miles que se vienen ejecutando en Siria e Irak por el odio al mundo occidental y una interpretación demencial del Islam.
Algunas voces de las habitualmente enmudecidas e indiferentes ante la persecución y el exterminio de los cristianos y de los que tienen otras creencias o ninguna, en esa parte del Oriente Medio y en otras del mundo, como, por ejemplo, en ciertas zonas africanas, llevada a cabo por los extremistas islamistas, se han sobrecogido al ver las imágenes de este cruel y horroroso crimen; cometido, grabado y difundido por el EI, aunque las decapitaciones, crucifixiones y ejecuciones en masa las practica a diario.
Otras siguen mudas o procuran desviar el foco de la atención sobre la parte de responsabilidad en su origen que, como dicen con insidia, le puede corresponder al civilizado Occidente; o simplemente recurren al tópico falaz de arremeter contra el yanqui o el judío; sin reparar que algún día, si no se pone freno a esta barbarie, sus cabezas también pueden ser seccionadas y exhibidas.
Y es que estamos ante un terrorismo ciego y sádico que se recrea en el sufrimiento de sus víctimas y en el pavor que infunde. En las guerras suelen haber víctimas no deseadas- los denominados efectos colaterales-. En la yihad armada y combatiente se buscan de propósito, incluso entre los suyos o que podrían serlo, para mostrar su implacable malignidad, provocar el pánico generalizado y el desánimo en sus oponentes, como medio de expandirse y conseguir una esclavizada sumisión.
Sólo desde una acción multidisciplinar, preventiva y resolutiva, concertada entre los países occidentales, las naciones musulmanas y árabes que estén por la labor, y los líderes e imanes del llamado Islam moderado, se puede finiquitar la máquina de matar y genocida yihadista, y sus canales de financiación. El secuestro con petición de rescate es uno de éstos. Quienes pagan, hay países que lo hacen, pueden salvar algunas vidas; pero al hacerlo, además de ponerse de rodillas ante los terroristas, están engrasando la maquinaria que matará a muchísimos más.
Para hacer creíble lo del Islam moderado no es suficiente que se diga con la boca chica, con vaguedades y que las prédicas de condena se queden entre las paredes de las mezquitas. En este Occidente de raíces judeo-cristianas, que recibe a los musulmanes y les dispensa una generosidad y libertad de acción, que ya querrían para sí en sus países de origen, hay libertad para que puedan manifestarse en las calles y en los medios. Podrían aprovecharla para demostrar sin tapujos su rechazo y condena al yihadismo terrorista. Unos pocos lo hacen, háganlo los restantes. La colaboración para poner al descubierto a los que pretenden ingresar en sus filas o ya lo están, no requiere publicidad; se efectúa desde la reserva y la discreción.
Cualquier cesión, tibieza o inhibición, provenga de donde sea, respecto a la amenaza global del terrorismo yihadista, sólo puede obedecer a oportunismos coyunturales, indiferencia, miedo, complacencia o colaboración. No cabe cuestionar a los países que se enfrenan a él, sino hacer piña con ellos. Está en juego, por su amenaza global, la libertad, seguridad y los derechos intangibles de todas las personas.
El EI pretende establecer un califato para Siria e Irak, y extenderlo y reimplantarlo en aquellos territorios en los que el Islam estuvo asentado hace siglos- entre ellos Al-Ándalus-. Lo suyo, lo del EI, es cortar cabezas, secuestrar, el pillaje y el saqueo, violar y cuantas atrocidades se puedan pensar, incluido el genocidio. El califato al que aspira es una quimera, pero si fuera factible sería volver a la Edad Media, en la que siguen anclados esos visionarios criminales, y habría que empezar una nueva reconquista. Hay que terminar definitivamente con esa carroña.
Los musulmanes,en su mayoría,viven en la Edad Media,y muchos países occidentales en la inopia.¿Qué ha pasado con Irak?¿Y con Libia?¿Qué ocurre con la franja de Gaza? No les importa a los de Hamás que mueran mujeres y niños,y muchos inocentes con tal de disparar sus cohetitos. Muchos de los primeros califas fueron asesinados.No pueden verse sunnitas y chiitas,etc,etc.Para qué seguir.
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