sábado, 9 de agosto de 2014

LA REPATRIACIÓN.

 

El Gobierno español ha repatriado desde Liberia, en un avión medicalizado y especialmente acondicionado del Ejército del Aire, al religioso misionero Miguel Pajares- infectado por el virus del Ébola en aquel país africano, y a la hermana Juliana- afectada de altas fiebres que podían sugerir la misma enfermedad, aunque las primeras pruebas, que le han efectuado ya en España, las relacionan en principio con el tifus-. Los riesgos que podía llevar el operativo y la posterior hospitalización de los pacientes, en total aislamiento, se han solventando técnica y sanitariamente de forma impecable.

Ambos-sacerdote y monja- pertenecen a la Orden de San Juan de Dios, y desde hace años se entregan, junto a otros miembros de la misma Orden y diferentes organizaciones de voluntarios, al cuidado de los más necesitados y enfermos en aquellas zonas africanas extremadamente deprimidas, en las que el Ébola ha causado cerca de un millar de fallecimientos, y contra el que aún no hay vacuna ni tratamiento eficaz.

La satisfacción generalizada, por la pronta y eficaz repatriación, se vio empañada, poco después, por la indignación que causó la Directora General de Salud Pública al sugerir - tal vez al verse sorprendida por una pregunta maliciosa- que los gastos del traslado iban a ser revertidos por el Gobierno, que los había costeado, a la Orden de San Juan de Dios. El Presidente del Gobierno desmintió ayer tal despropósito, afirmando que el Ejecutivo se hacia cargo de los mismos en su totalidad, añadiendo que desconocía el origen de la polémica sin sentido suscitada por el pago del traslado. Pues ya sabe quién la desató: La Directora General con su desafortunada y aventurada respuesta a una inconcebible y desconcertante pregunta. Alguien debería haber advertido al Sr. Rajoy.

No ha sorprendido la reacción de los extremistas de izquierda- muchos de ellos auténticos descerebrados- ni la de los recalcitrantes anticlericales- obsesionados contra la Iglesia Católica- que han lanzado sus infames exabruptos contra la decisión gubernamental de la repatriación. No admiten que se salve a los soldados de Dios: no son de los suyos. 

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