La denominada Esglesia Plural catalana ha remitido una carta a los prelados del Vaticano, encargados de proponer los nombramientos episcopales, diciéndoles cuál debe ser el perfil de los candidatos a ocupar la sede de Barcelona y las restantes de Cataluña. Quien, cargado de paciencia o movido por la curiosidad quiera leerla, puede acceder a la misma a través de la red; pero de antemano ya se avisa que lo que con ella se pretende es que se nombren obispos catalanes identificados con el nacionalismo.
Esta es la manera como la citada Esglesia entiende la universalidad de la Iglesia Católica: una Esglesia, formada por cristianos y cristianas de base al servicio de todas las iglesias de los países catalanes, según ella misma proclama. Podrá edulcorar y disfrazar sus intenciones, pero queda en evidencia su carácter nacional independentista, exclusivo y discriminatorio, y su ambición expansionista, que por ceñirnos sólo a España englobaría dentro de la quimera Països Catalans a las Islas Baleares, la Comunidad Valenciana y a una franja aragonesa.
Encima, en la carta se erige como portadora del sentir mayoritario de los catalanes, cuando sus firmantes son sólo 3.656. Más valdría que dedicara sus esfuerzos a entender lo que significa la catolicidad, a vivirla y difundirla, y no a sembrar cizaña, excluir y pretender subyugar. Roma no necesita sus consejos, hará lo que crea que debe hacer. Esglesia tiene de plural como de dulce el agua del mar.
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