Dejemos que los niños sueñen y se ilusionen con los Reyes Magos, que se desborde su fantasía; y ¿ por qué no ?, que los mayores, reviviendo los recuerdos de la infancia, se conviertan en pequeños a la espera de su llegada.
Ya están de camino; llegarán por tierra, mar y tal vez por aire, pero serán puntuales a la cita y no defraudarán. Vienen desde Oriente, se multiplicarán misteriosamente para hacerse presentes en la misma noche en diferentes sitios a la vez. Al ser comprensivos y bondadosos no repartirán carbón.
A lomos de camellos, caballos, en carrozas, barcos o volando nos visitarán. Sigilosamente entrarán en los hogares; con sorpresa visitarán hospitales, orfanatos, centros asistenciales y otros lugares insospechados, y luego retornarán a su lugar de partida. En el regreso pasarán por Belén, y el Niño Dios, a quien antes le ofrecieron oro, incienso y mirra, les sonreirá complacido por haber llevado la alegría a tantos confines de la Tierra.
En lo que sea posible que nos regalen salud. En la carta que les escribimos, también les pedíamos PAZ; pero su magia no alcanza a tanto, la tenemos que construir entre todos nosotros.
Gracias anticipadas a Melchor, Gaspar y Baltasar. Procuraremos ser mejores; seguid visitándonos cada año.
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