Sigue la caza feroz del cristiano por parte de los desalmados terroristas-islamistas, y apenas reacciona el mundo occidental. Incluso, por lo general, no se le presta en los medios de comunicación la atención y el espacio que corresponde a tales barbaridades ni, regularmente, son objeto de comentarios entre la tenida por ciudadanía civilizada. Sus preferencias parecen ser otras.
Mientras tanto, la persecución-exterminio continúa y la sangre de los mártires no conmueve ni remueve las conciencias, tal vez por derramarse en tierras lejanas y porque el materialismo y la descreencia dominantes en amplios sectores sociales han desplazado los valores y principios de las raíces cristianas que, durante siglos, han impregnado la cultura europea y occidental, dando un sentido trascendental a la vida.
Cuando se vive de espaldas a Dios, resulta indiferente el Cristo crucificado y resucitado, y puede llegarse a creer como normal que sus seguidores, por el hecho de serlo, están predestinados al martirio. El Dios de los cristianos es el Dios de la vida; pero los yihadistas, en su fanática locura asesina, deciden quiénes deben morir, y los cristianos son su presa favorita. En tal tesitura no caben inhibiciones. O se está decididamente con las ovejas inocentes y en la preservación de sus vidas o con las hienas depredadoras.
¡ Despierta de tu letargo, Occidente ! El sacrificio de los cristianos perseguidos y la sangre de sus mártires apela a tu conciencia. No te laves las manos como Pilatos.
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