domingo, 22 de marzo de 2015

LLANTO, HORROR Y TERROR EN TÚNEZ.

 

 

Las primaveras estacionales son un despertar de la naturaleza a la vida. Por contra, las experiencias primaverales árabes han devenido, en contra de las iniciales expectativas y no pocas ingenuidades, en cantos fúnebres. Días pasados sonó el macabro tableteo de las metralletas terroristas-yihadistas en Túnez, con varios turistas asesinados y heridos. Ninguno de ellos, entre los que había españoles, sospechaba que, al descender del barco crucero, iba al encuentro de la traicionera y siniestra parca. Sólo el azar determinó quiénes saldrían indemnes de los propósitos criminales de los fanáticos islamistas, que disparaban con saña en los accesos e interior del museo tunecino a visitar.

La partitura letal se interpreta desde hace años. En el pentagrama mortífero han sido escritas las notas para atemorizar y subyugar, dejando indefensos y aturdidos a los que no forman parte de la orquesta siniestra. Occidente- por inclusión Europa- anda un tanto desconcertada; no atina en cómo insonorizar sus puertas, paredes y fronteras para librarse de los estruendos aniquiladores. Debe esforzarse- en ello está y es su preocupación- para confeccionar, coordinada e inteligentemente, la contrapartitura que la libre de la amenaza yihadista; que las notas defensivas sean efectivas y se escuchen y ejecuten dentro y allende de sus fronteras.

Ante la persistente y expansiva barbarie terrorista-islamista no caben medias tintas ni posiciones equidistantes; tampoco por parte de los musulmanes moderados. Es cuestión, nada baladí, de supervivencia civilizada en libertad y dignidad. En Túnez hubo llanto, horror y terror.

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