sábado, 12 de diciembre de 2015

CAMPAÑA ELECTORAL DEL 20-D

 Cualquier desliz o gesto que en otros momentos sería irrelevante, una frase sacada malévolamente de contexto, la continua alusión a corrupciones pasadas que están " sub júdice" o la publicación de otros supuestos casos nuevos que casualmente se sacan a relucir ahora, se utilizan oportunamente en la presente campaña electoral a las generales para erosionar al adversario-competidor e intentar reducir sus posibles votantes.

Como se trata de conseguir el poder gubernamental- en solitario, coalición o con el apoyo posterior de otras formaciones-, los dardos más lacerantes van contra el partido que puede rebañar más votos al que los lanza y, ¡cómo no!, contra el Gobierno y la formación política que lo sustenta. En este último caso se critica y cuestiona, además, la gestión gubernamental en todas sus facetas, sin hacer mención a los aciertos e iniciativas positivas que ha tenido.
 Los llamados partidos emergentes, por ser de nuevo o reciente cuño y no haber gobernado antes, presumen de " virginidad" y, por tanto, de ser los más legitimados para un proyecto regenerador, ilusionante y esperanzador. Aunque todos los partidos ofrecen fórmulas prometedoras, los emergentes, por su bisoñez, pueden permitirse el lujo de ir más allá, aunque en el caso de PODEMOS y afines ideológicos implique un salto directo al precipicio.El 20-D y los pactos posteriores resolverán las incógnitas sobre nuestro futuro político próximo.

El elevado número de indecisos que señalan las encuestas- un 40%- puede hacer variar los pronósticos, aunque parece que no de forma notable; podría ser que muchos de ellos ya tuvieran su decisión tomada y no la manifiesten. En cualquier caso no está claro que los debates electorales influyan en el electorado tanto como algunos suponen, salvo errores de bulto por parte de alguno de los contendientes en el tramo final de la campaña electoral.Los mayores suelen decidirse en función de sus respectivos posicionamientos políticos, sentimientos y experiencias, mientras que es propio en buena parte de la juventud inclinarse por la novedad.

 Dado lo que está en juego- principalmente el bienestar de los españoles, la unidad y el progreso de la Nación, en justicia, libertad y pacífica convivencia- hay que ir a votar, aunque sea por lo que cada uno considere como el mal menor o el mejor bien posible, sabiendo que ninguna política garantiza el paraíso en la tierra.

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